Bob Dylan consiguió lo que muy, muy pocos cantantes. Cambió la forma de cantar de la gente. Hemos estado viviendo desde entonces en un mundo transformado por su estilo como cantante. Casi nadie canta ya como lo hacía Elvis Presley. Cientos intentan hacerlo como Dylan. Cuando Sam Cooke hizo que un joven Bobby Womack escuchara a Dylan, Womack dijo que no entendía esa música. Cooke le dijo que a partir de ese momento ya no se trataba de lo bonita que fuera tu voz, que se trataría de que te creyeses que esa voz estaba contándote la verdad.
Para entender el impacto de Bob Dylan como cantante hay que imaginarse un mundo sin Tom Waits, Bruce Springsteen, Eddie Vedder, Kurt Cobain, Lucinda Williams o cualquier otro cantante con la voz rota, que suene a lamento sucio o a aullido callejero. Es una lista enorme, como la de las influencias de Dylan, que iban desde recitados del Talmud a la poesía de Allen Ginsberg y su Aullido, pasando por la sequedad de Woody Guthrie y los murmullos de Lefty Frizzell. Hay cantos de mineros en esa garganta, y el frío cortante de Hibbing, Minnesota. Es como un puño en guante de seda, Dylan puede cantar sobre los temas más melancólicos y no sucumbir ante el sentimentalismo. Resulta interesante que a medida que se ha hecho mayor haya aflojado el puño, liberando su faceta más vulnerable. Le he escuchado cantar versiones de Idiot Wind en las que sin duda él era el idiota.
La primera vez que escuché la voz de Bob Dylan fue a oscuras, cuando yo tenía 13 años, en el tocadiscos de un amigo. Era su disco de grandes éxitos, el primero. La voz me sonaba moderna, atacando todas esas cosas de las que estaba en contra, y a la vez muy antigua. Resultaba curiosamente familiar para un irlandés como yo. Pensábamos que EE UU estaba llena de superhéroes, pero en estas canciones aparecía gente mucho más humilde: granjeros, gente que había sido víctima de grandes injusticias. Lo verdaderamente peculiar de Bob Dylan es que, durante algún tiempo en los 60, daba la sensación de que el futuro sería como él. Al principio era la Voz de una Generación, se alzaba contra la generación anterior. Entonces él se convirtió en la voz de todas las generaciones, las voces de la calle: los fantasmas surgidos en los 30, el romanticismo de Gershwin y el music hall. Para mí, ver aquellas fotos suyas con aquella camisa de topos como de músico de polka, el pelo a lo afro y los zapatos puntiagudos fue una revelación, un fogonazo que me iluminó. Su voz se ponía al servicio de personajes muy anteriores a él.
Esta es una lista con algunos de los adjetivos que se me han ocurrido para describir su voz: aulladora, seductora, rabiosa, indignada, burlona, implorante, desafiante, confesional, entusiasta, lastimosa, susurrante, verborréica, de crooner… Bob Dylan tiene una voz que es como humo, desde el que deja escapar un puro al del incienso, preñada siempre de encanto y reverencia. Hay una voz para cada uno de los Dylan que existen, y la razón por la que no me canso de Bob Dylan jamás es que hay muchos en él, todos siempre contagiados de un espíritu de peregrino. A la gente se le suele olvidar que Bob Dylan hizo de telonero para Martin Luther King el día que formuló su gran discurso, el de “I have a dream”. El predicador precedido por el peregrino. Dylan ha creado tantos personajes a la hora de cantar porque es la única manera que tiene de dar sentido a sus canciones. Su armario no puede cerrarse por culpa de los zapatos de tantos personajes que caminan por sus historias.
Me encanta su disco Shot of Love. No tiene nada de producción o arreglos. Le escuchas cantando en una habitación. También me gustan muchas de las canciones que hizo con Daniel Lanois: Series of Dreams, Most of the Time, Dignity. Esa es la etapa que más me conmueve de Dylan. La voz se convierte en palabras. No hay interpretación, sólo vida; como dijo Yeats, “cuando el bailarín se convierte en baile”.
Dylan ha sido para el oficio de cantante lo que Marlon Brando para el de actuar. Se cargó el artificio para quedarse con el arte. Ambos hicieron trizas las estúpidas reglas impuestas por maestros severos y pacatos, se cargaron la cuarta pared, pegaron sus caras contra las del público y les dijeron: “A ver si te atreves a decir que no voy en serio”.
Nacimiento: 24 de mayo, 1941.
Canciones clave: 'Like a Rolling Stone', 'Lay Lady Lay', 'Visions of Johanna'.
Influencias: John Lennon, Bruce Springsteen, Patti Smith, Conor Oberst.
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Carlos